martes, 1 de abril de 2014

CICATRICES DEL ALMA




..."en las heridas del alma, como todas las heridas también quedará una cicatriz.
¿Para siempre? Para siempre. ¿Entonces no se supera? Se supera pero no se olvida.

Cuando el proceso es bueno las cicatrices ya no duelen y con el tiempo se mimetizan con el resto de la piel y casi no se notan, pero están ahí.

¿Me duele? No, ni siquiera cuando me toco. No me duele.
Pero si uno mira de cerca la cicatriz está". …de El Camino de las Lagrimas de J.Bucay

En el alma radica la mente, la voluntad, las emociones, el intelecto y el entendimiento y cuando hablamos de cicatrices del alma nos referimos aquellos momentos en los que algunas de estas áreas se vieron afectadas, tanto que al ver o sentir la marca que ha quedado, recordamos aquel momento con dolor.

Debido a que vivimos en un mundo imperfecto, va a ser herido por personas. Las personas nos lastiman, a veces intencionalmente, a veces sin intención.

El problema es que nuestra respuesta a estas heridas casi siempre es incorrecta.
La vida está llena de momentos. Algunos buenos, otros malos, por supuesto, algunos de esos momentos marcan de una manera tan profunda la vida que te dejan una cicatriz, a veces visible, como las cicatrices que vemos en el rostro de aquellos que sufrieron un terrible accidente.

Todos estos momentos dejan cicatrices en el alma. Personas que jamás pudieron ser las mismas. Pero la pregunta ante todos estos problemas es como cerrar la herida y al ver la cicatriz saber que ya todo paso y ver la posibilidad de un nuevo comienzo.

Tal es el caso de la madre que tuvo un hijo. Ese día jamás lo olvidará, pero la historia hubiese sido diferente si el padre de ese niño hubiese estado cerca o si lo hubiese tenido en condiciones sociales más favorables. O que tal la historia de tres niños en un tren jugando, un padre únicamente observándolos y un hombre reclamándole al padre porque no controla a su hijos y la respuesta de aquel padre: su madre acaba de morir y no sé como darles la noticia. O el caso de un hombre que creyó estar amando a su esposa y por tantas ocupaciones no cumplía con las expectativas de ella y ella en vez de confrontarlo, decidió buscar una persona más.

Cuatro cosas que no debe hacer cuando las personas lo lastiman.

1. NO LO IGNORE
Muchas veces intentamos manejar nuestro dolor fingiendo que no existe.

Hay varias maneras de hacer esto

1) Negarlo – Yo no tengo ningún problema, no estoy dolido.
2) Minimizarlo – No fue gran cosa. No me dolió tanto.
3) Aplazarlo – Posponemos hacer algo al respecto.

• El dolor que hoy trata de ignorar nunca se quitará.
• Muchos piensan que, “El tiempo sana todas las heridas” – a veces el tiempo las hace peor si lo seguimos posponiendo.

NO ESCONDA SU DOLOR

Mientras guardé silencio, mis huesos se fueron consumiendo por mi gemir de todo el día. Salmo 32:3


• Hay personas que se guardan el dolor para sí mismos. No se lo cuentan a
nadie.
• Usan una máscara.
• No nos gusta reconocer que alguien ha herido nuestros sentimientos.
• El mostrar sus sentimientos es el principio de la curación.
• Todos tenemos alguna herida.

4. NO LO RESIENTA

Es tal tu enojo que te desgarras el alma;….” Job 18:4

• La amargura lo lastima más que el dolor mismo que recibió.
• La amargura es un veneno que lo carcome por dentro.
• Cada vez que piensa sobre ello y lo resiente, se perpetúa el dolor.
• La amargura permite que el pasado controle el presente.
• El resentimiento permite que las personas que lo lastimaron en el pasado lo continúen haciendo.

• Tenemos resentimiento porque creemos que al tenerlo, lastimamos a las personas que nos ofendieron.PERO EL RESENTIMIENTO SOLO LO DAÑA A VD. ELLOS SIGUEN MUY FELICES POR LA VIDA.
• El resentimiento es una actitud que nos derrota.

¿En quién me apoyo? ¿A quién busco? ¿Quién pudiera ayudarme? Ante estas situaciones naturales, necesitamos una fuerza sobrenatural: a Dios, quien en diversas situaciones ha utilizado su poder para hacer nuevas todas las cosas, para cambiar la tristeza en alegría, para calmar la desesperación y convertirse en nuestro único apoyo 24 horas, los 7 días de la semana, aquel que nos entiende porque nos formó y conoce exactamente la profundidad de esa cicatriz.

¿Qué vas a hacer con tus cicatrices? ¿Vivirás toda tu vida lamentando que las tienes, preguntándote por qué te sucedió aquello a ti? Si bien es cierto que las cicatrices son imborrables y siempre estarán allí, cuando te fortaleces en las áreas en las que no tienes ninguna y le das oportunidad a Dios para que te sane, tu vida puede comenzar de nuevo, te darás cuenta de que amaneció de nuevo para ti y que tu vida puede ser mejor que nunca antes.

¡Y cicatrices que duelen, que arden, que queman!… y que en cualquier momento o el menos esperado, pueden ser removidas con los recuerdos y pueden fácilmente volver a sangrar.

Pero hay algo hermoso en el fondo de todo esto: El dolor también tiene su belleza oculta, porque gracias al dolor, también se puede aprender a exigir, a tocar puertas, a abrir caminos a nuestro entendimiento y ver de qué manera tan estúpida hemos actuado, por qué insistimos tanto en seguir aferradas a algo o a ese alguien que nos está haciendo tanto daño en la vida.

Obviamente que para lograr esa hazaña, se requiere de una buena dosis de observación interna (insisto), de amor propio, de autoestima, de voluntad y perseverancia, ya que llevar cicatrices en el alma, es darnos cuenta que ya hemos pasado por uno, o dos o más dolores fuertes que nos dejaron marcas y grietas profundas que siempre serán un riesgo de volver a sufrir por las mismas causas o los mismos errores, mientras no nos decidamos a darle vuelta a la hoja del libro de nuestra vida.

Este artículo de está dedicado a una persona especial, que a veces se recrea en sus cicatrices, recurriendo a alguien intangible, cuando detrás mismo de su casa, tiene al verdadero sanador Dios. Con todo mi cariño.

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